Después de años de vivir bajo el mismo techo con mi madrastra, he perfeccionado el arte de la seducción y el amor.Su pericia ha sido invaluable en pulir estas habilidades, y he aprendido a leer sus deseos como un libro.Un día, decidimos animar las cosas invitando a otra mujer a nuestro tiempo de juego íntimo.La vista de ella desnudándose, revelando sus curvas deliciosas, fue suficiente para enviarme a un frenesí.A medida que nos pusimos manos a la obra, me encontré perdido en las gargantas de la pasión, incapaz de distinguir entre mi madrstra y nuestro nuevo compañero.El intenso placer nos dejó a todos sin aliento, pero estábamos lejos de terminar.El hambre insaciable de más nos llevó a continuar nuestro baile carnal, explorando cada centímetro de los cuerpos de cada uno.La experiencia fue tan satisfactoria que hemos jurado hacerlo una ocurrencia, profundizando para siempre nuestro vínculo y ampliando nuestro repertorio sexual.