Después de una breve hiato, volví en ello, disfrutando del placer supremo de la autoestimulación.Mis dedos hacían magia en mi apretado y sin pelo tesoro, llevándome a nuevas alturas de éxtasis.Una pequeña belleza asiática, soy un maestro de mi propio cuerpo, hábilmente navegando mi camino hacia el orgasmo más intenso.Mientras me tumbaba allí, perdida en las agallas de placer, mis dedos bailaban sobre mis sensibles pliegues, acercándome cada vez más al borde.La vista de mi adorable rostro, sonrojado de deseo, solo alimentó el fuego.El clímax me golpeó como una ola de marea, dejándome jadear y satisfecho.Este es el poder del amor propio, un orgasmo de lujo que solo yo puedo proporcionar.