Llámame un glotón, pero siempre he tenido un gusto por alguna porción extra.Y cuando se trata de mi pareja, no es diferente.Su cuerpo rechoncho y jugoso es un festín para los ojos, y su boca, una anfitriona hambrienta de mis ganas palpitantes.Después de un maquillaje caliente, dejo que me tome en su boca, sus labios me hacían magia.Mientras él bobbeaba y lamía, podía sentir como mi clímax se construía, y con un estremecimiento, lo dejé salir todo, viéndole tragar hasta la última gota.No se trata solo del sabor, sino que la vista de él regodeando por mi recompensa caliente y pegajosa es una vista que nunca deja de excitarme.Y a medida que terminamos, el pensamiento de otra ronda cruza mi mente, porque quién puede decir que no a segundos de una comida tan deliciosa?Este es mi mundo, donde el placer no conoce límites, y a cada momento es un banquete de delicias carnales.