Mientras me saltaba por la puerta, lo único que podía hacer era boquiabiertos en el voluptuoso trasero de mi madrastra.Era una vista hipnotizante, un testimonio de sus amplios atributos.Ella podía sentir mi mirada, y solo avivaba sus ganas de poner un espectáculo.Con un brillo en los ojos, comenzó a balancearse, sus caderas moviéndose en un ritmo que era tan intoxicante como irresistible.Sus pechos naturales y rebotantes rebotaban con cada paso, sumando al atractivo.Me encontré perdido en el momento, mi mano explorando los confines de mis pantalones.Su baile era una exhibición tentadora de su encanto latino, sus curvas acentuadas por el apretado atuendo que llevaba.Este fue un baile por las edades, un testamento de la pasión cruda y sin filtros que solo una suegra podía proporcionar.Y a medida que la música se desvanecía, me quedé con un anto insaciable por más apetitos.