Después de un largo día de trabajo, el joven decidió relajarse y disfrutar de un poco de autoplacer.Al sentarse cómodamente en el sofá, su mano comenzó a vagar, buscando la liberación que solo él podía proporcionar.Sin el conocimiento de él, su madrastra había regresado a casa y se encontró cara a cara con el momento íntimo de su hijastro.En lugar de sorprenderse u ofenderse, la mujer madura decidió prestar una mano, tanto literal como metafóricamente.Ella asumió, acariciando expertamente su miembro en crecimiento, su experiencia superaba la suya.La vista de su madrastro dándole placer era tanto emocionante como tabú, una combinación que solo sirvió para aumentar su excitación.Mientras lo llevaba al borde, solo podía jadear y mirar, sabiendo que este era un momento que nunca olvidaría.