Mi esposo y yo siempre hemos tenido una relación sexual apasionada.Sin embargo, cuando se asustó con un cornudo mientras él estaba en el restaurante, me preguntó si podía acercarme a él y explorar mis ganas de ropa.Creo que es muy posesivo conmigo y pensó que podría ser muy excitante.Me encanta disfrazarme de hombre y a él siempre le gusta verme haciéndolo.Logré encontrar un corneador y lo tragué a nuestro apartamento.Empecé a flirtear con él y de pronto me acariciaba el pene.Su polla era tan suave y sensual.Tocaba mi clítoris y sentía una ola de euforia recorriendo mi cuerpo.Su coca se movía más rápido y tenía que parar.Quería que mi esposo hiciera lo mismo.Lo encontré y comenzó a lamer mi polla.La acción era tan buena.Entramos los dos en él y la boca era tan tragona.