Caminando al cuarto de mis novios, no esperaba encontrarlo en la cama con mi amigo.La vista de ellos entrelazados, sus cuerpos entrelazados enviaron una sacudida de shock a través de mí.Pero como observé, algo más se apoderó: un deseo ardiente.Me uní a ellos, derramando mi ropa y sumergiendome en el acalorado encuentro.El cuarto se convirtió en un torbellino de placer, nuestros cuerpos moviéndose en sincronía, nuestros gemidos resonaban en las paredes.Éramos jóvenes, apasionados y desinhibidos.Nuestros deseos eran primarios, nuestra lujuria insaciable.El cuarto estaba lleno del olor del sexo, el sabor del deseo.Eramos tres cuerpos, un alma, perdida en el abismo de la pasión.Y a medida que volvíamos a caer sobre la cama, gastados y satisfechos, sabía que esto era solo el comienzo.