La escena comienza con una esclava sumisa, atada y atada, siendo llevada a una habitación con poca luz. Un grupo de personas se reúne a su alrededor, observando cómo es vendada y llevada a la mesa. Un gran consolador es colocado en la mesa frente a ella, y se le ordena que se arrodille y abra bien las piernas. La esclava obedece ansiosamente, esperando ansiosamente el placer que está a punto de recibir. Cuando el consolador entra en ella, gime de placer, su cuerpo se retuerce de éxtasis. El grupo está en silencio, viendo a la esclava ser dominada y sometida, cada movimiento coreografiado al ritmo del consolador. El compañero dominante toma el control, ordenando al esclavo que lame y chupe el consolador.