Al calor del momento, me encontré compartiendo mi cama con mi nueva madrastra, una hermosa mujer que parecía ser algo más que una mera adición a nuestra familia.Mientras nos acostamos allí, la tensión entre nosotros era palpable, nuestros cuerpos apenas estaban a un centímetro de distancia.El silencio era grueso, pero era un silencio que hablaba volúmenes.Podía sentir su aliento en mi cuello, su piel cálida contra la mía.Era una sensación que me estremecía por la columna vertebral, haciéndome cuestionar mi propia cordura.¿Estaba realmente a punto de cruzar esta línea?El pensamiento era emocionante y aterrador.Pero mientras la miraba a los ojos, vi un reflejo de mi propio deseo.Fue una mirada que decía que todas las palabras no podían.Y en ese momento, sabía que tenía que dar ese paso final.