Después de un juego acalorado que me dejó en derrota, me vi paseando al aire libre con un abrigo fresco de semen en mi rostro.Mi pareja, siempre ansiosa por complacer, había tomado la libertad de marcar mi piel con su esencia como símbolo de la conquista.El sabor de su dulzura salada se prolongaba en mi lengua, un recordatorio de nuestro encuentro crudo y primitivo.Mientras continuaba mi pausa pausada, no pude evitar sentir una sensación de satisfacción, un testimonio para mis deseos insaciables de pareja.Nuestra escapada al aire libre era una aventura emocionante, una exploración emocionante de nuestros deseos más profundos y carnales.Del beso apasionado y la mamada intensa a la caliente desde las posiciones de atrás y de costado, cada momento fue un testimonio de nuestra lujuria insaciable.Nuestro romance adolescente, ahora una relación madura, es un testimonio de nuestras sed inextinguables el uno por el otro.