En una tarde caliente, el día de mudanza dio un giro inesperado a Almond y Stephen.Después de una sesión de empacado rigurosa, Almond se encontró sucumbiendo al abrumador deseo de ser dominado por la enorme hombría de Stephen.La vista de la enorme polla de Stephen encendió una pasión ardiente dentro de él, lo que llevó a un encuentro salvaje en la casa vacía.Stethhen, siempre la fuerza dominante, tomó el control, sus dedos explorando cada centímetro de el apretado y peludo culo de Almond.La sensación de sus dedos y juguetes estirando el agujero de Almonda hasta sus límites era demasiado para manejar.A medida que la gruesa polla de stephens perforaba su apretada abertura, Almonda dejó escapar un gemido ahogado, perdido en la garganta del placer intenso.Esto no fue solo por sexo; fue un anhelo profundamente arraigado de sumisión, un deseo de ser tomado con fuerza y sin piedad.La vista del culo de almendras, hinchado y estirado hasta sus límites, fue un testimonio de la potencia cruda y primal de su encuentro.