En unas vacaciones familiares, mi hermana menor no pudo resistir las ganas de darse placer en una diversión en solitario.Mientras paseábamos por la playa, se sintió atraída por la excitación de ser observada por potenciales voyeurs.Con un brillo pícaro en sus ojos, escogió un lugar apartado y soltó un suave gemido mientras comenzaba a complacerse.La vista de sus desnudas piernas abriéndose fue suficiente para acelerar mi propio pulso, pero yo permanecí oculto, permitiéndole disfrutar de su momento de libertad.A medida que continuaba explorando sus deseos, sus gemidos se hicieron más fuertes, llegando a un crescendo cuando llegó al borde del éxtasis.La visión de ella perdiéndose al placer en un entorno tan público era emocionante y excitante, dejándome con una nueva apreciación por el atractivo de las escapadas al aire libre.