Un joven, con una polla un poco más pequeña que la media, se encontró en compañía de un hombre maduro, que resultó ser Santa.El joven se sorprendió más bien cuando Santa decidió bañarlo con una carga espesa de semen.Pero siendo el buen chico que era, decidió hacer lo correcto y aprovechar al máximo esta sorpresa inesperada.Él ansiosamente tomó cada gota de semen caliente y lechoso en su boca, saboreando cada sabor y textura.El hombre mayor estaba impresionado por el entusiasmo y la falta de disgusto de los jóvenes, que solo sirvió para alimentar su propio deseo.El joven continuó tragándose ansioso hasta la última gota, demostrando que realmente apreciaba el inesperado regalo de Navidad.El hombre madurito, ahora completamente satisfecho, dejó al joven con un regalo de partición, un sabor de su semen que nunca olvidaría.