Estaba en medio del auto-placer cuando escuché que la puerta se cruzaba y se abría.Era mi hermanastra, sus voluptuosas curvas y los deliciosos bienes en plena exhibición.A pesar de la naturaleza tabú de nuestra relación, el atractivo de ella era irresistible.Mientras me pillaba en el acto, ella se unió, explorando ansiosamente cada centímetro de su cuerpo.La vista de ella en su ropa interior era un espectáculo para contemplar.Profundizamos en un encuentro apasionado, su culo apretado daba la bienvenida a mi miembro palpitante.El ritmo de nuestros cuerpos se entrelazaba, el placer se intensificaba con cada embestida.La habitación se llenaba de gemidos y el aroma de nuestra lujuria, mientras empujamos nuestros límites.El clímax era explosivo, dejándonos a ambos sin aliento y satisfechos.Este encuentro casero y crudo fue un testimonio del atractivo de la fruta prohibida, una combinación tentadora de tabú y pasión.