Después de un encuentro caliente con mi hermanastro, se hizo evidente que nuestra relación había dado un giro inesperado.Él había cruzado una línea, transformándome en su muñeca sexual personal.A pesar de mi shock y malestar iniciales, me encontré sucumbiendo a sus avances.Sus raíces europeas agregaron un sabor único a nuestros encuentros, mientras exploraba mi cuerpo con un fervor que nunca antes había experimentado.Su hambre insaciable por mis tetas y piernas naturales lo llevó a empujar límites, disfrutando de fetiches que nunca supe que existían.Desde el amor tierno hasta las pajas y mamadas intensas, no dejó parte de mí intacta.Su polla se convirtió en mi juguete, un símbolo de nuestra relación retorcida.Cada día, él regresaba, y cada vez, me entregaba a sus deseos.La pregunta persistía: ¿estaba realmente mal, o simplemente otra forma de placer tabú?Solo el tiempo diría que solo el tiempo.