La seductora Pernocas, reconocida por su apetito insaciable por el sexo, estaba una vez más en la bañera para que un compañero saciara sus ansias carnales.Tenía una afición particular por los hombres con bocas sucias, y estaba decidida a encontrar uno.Mientras paseaba por la ciudad, con los ojos agudos y los sentidos alertados, descubría a un hombre que cabía el billete.Su boca se llenaba de obscenidades, sus palabras tan sucias como ella deseaba.No perdía tiempo en acercarse a él, su corazón se aceleraba con anticipación.El hombre, desprevenido por su audaz enfoque, fue rápidamente arrastrado a su red de deseo.El consiguiente encuentro fue un testimonio de su insacible lujuria, un baile de suciedad y placer que los dejó a ambos sin aliento.