Al día siguiente de un intenso encuentro, me volví a encontrar con un hombre musculoso que anhelaba la intimidad anal, en medio de la pasión.Su apetito insaciable por mi derriere era palpable, y yo afanadamente complacía.Al hundir su grueso miembro en mi puerta trasera, sus gemidos llenaron la habitación, reflejando el fervor de nuestro intento anterior.La intensidad de nuestro acoplamiento era inigualable, enviando cada embestida ondas de placer que se deslizaban a través de nosotros.El clímax fue tan explosivo como el de la primera ronda, solo que esta vez, liberó su carga profundamente dentro de mí.La vista de su semilla goteando por mis muslos fue un testimonio de nuestro compartido éxtasis.Esto no fue solo un encuentro de una sola vez, sino el comienzo de un tentador viaje de exploración carnal y satisfacción.