Mientras mi esposo estaba fuera, decidí pasar un rato con su vecina en el garaje.El tipo parecía toda una puta, y no pude resistir las ganas de desmelenarme con él.Empezamos con algunos besos calientes, y antes de que lo supiera, me tenía agachada sobre el coche, quitándome la ropa y hundiendo su dura verga profundamente dentro de mí.El pensamiento de que mi esposo no estaba allí solo hizo que la experiencia fuera aún más emocionante.Seguimos nuestra sesión caliente en varias posiciones, explorando cada uno otros cuerpos y deseos.Su experiencia era evidente en cada embestida, golpeando todos los lugares correctos.El garaje se convirtió en nuestro parque de juegos, lleno de los sonidos de nuestro apasionado amor.Mientras llegamos a nuestro clímax, no pudimos evitar reírnos por lo absurdo de todo esto fue definitivamente un viaje salvaje, y no podía esperar a ver qué otras aventuras nos esperaban.