La terapeuta Athena Anderson tuvo un paciente peculiar que se sentía intranquila por su madrastra.La encontró increíblemente atractiva y albergaba deseos intensos por ella, pero las normas de la sociedad y la desaprobación de sus padres lo hicieron sentir culpable.El terapeútico decidió guiarlo a través de un escenario de juego de roles para ayudarlo a comprender y abrazar sus deseos.Ella jugó la parte de la madrastro, y él interpretó al hijo ansioso.La sesión de terapia dio un giro inesperado cuando se involucraron en sexo apasionado, rompiendo todos los tabúes.El terapista lo animó a explorar sus fetiches, guiándolo para darse placer.Las inhibiciones de los hombres jóvenes se derritieron cuando se rindió a sus deseos primarios.El terapia lo guio hábilmente a través de la experiencia, ayudándole a darse cuenta de que sus deseos eran naturales y saludables.La sesión concluyó con el terapeutico tranquilizándole que no había nada malo con sus deseos, y salió de la oficina con una nueva confianza y aceptación de su sexualidad.