En las primeras horas de una mañana salvaje, un antojo morboso superó a nuestro protagonista.Las ganas de ahondar en lo más profundo de sus propios deseos eran demasiado fuertes como para resistirse.Al alcanzar su juguete favorito, un dildo monstruoso, la anticipación de lo que vendría envió un escalofrío por su columna.La vista de su propio coño peludo, que brillaba bajo la luz tenue, solo alimentó su fuego.Con una respiración profunda, hundió el juguete profundamente en su núcleo, su cuerpo temblaba de placer.La máquina trabajaba su magia, acercándola cada vez más al borde.Cada embestida enviaba olas de éxtasis recorriéndose por sus venas, su cuerpo retorciéndose en puro placer.Cuando el clímax golpeó, soltó un grito primario, su coño contrayéndose alrededor del juguete en un baile de placer puro.La habitación quedó en silencio, solo el sonido de su respiración laboriosa resonando en la tranquilidad.Un comienzo perfecto a un día salvaje.