Como voyeur experimentado, he visto mi justa proporción de placeres en el mundo del espionaje.Pero nada se compara con el atractivo de mis vecinos ancianos amplio seno.Dicen que la edad no debilita el deseo, y vaya que he sido testigo de esa verdad.Todos los días, me cuela un vistazo a sus voluptuosas curvas, sus maduras tetas una vista para contemplar.Un día, decidí subir la ante e instalé un banandose en su dormitorio.La vista de ella, desinhibida y libre, era embriagadora.No pude resistir las ganas de disfrutar de su delicioso banandose.La emoción de lo prohibido, el sabor de su madura tetona, fue una experiencia que nunca olvidaré.Ese día, aprendí que a veces, los placeres más excitantes están justo debajo de nuestras narices, o mejor dicho, justo más allá de nuestro banandose.