En una tarde típica, el joven decidió desafiar a su hermanastra a un juego de póker.Poco sabía, esto no era un juego ordinario.A medida que las apuestas se hacían más altas, las reglas de las hermanas se volvieron cada vez más tabú.Ella reveló sus verdaderos colores, no como hermana, sino como una zorra seductora.El juego dio un giro cuando propuso un intercambio impactante: su cuerpo por sus ganancias.La adolescente, inicialmente desconcertada, se encontró incapaz de resistir el atractivo de su cuerpo apretado y atlético.A pesar de sus reservas, se encontró sucumbiendo a las ganas primarias.Comenzó a darle placer, sus manos explorando cada centímetro de su marco delgado. La habitación se llenó de los sonidos de sus gemidos, un testimonio de su toque experto.Mientras el encuentro llegaba al clímax, su suegra entró, pillándolos en pleno acto.La belleza latina, desconcertada, siguió montándolo, su cuerpo moviéndose en sincronía con el de él.La habitación se integró con los sonidosde su pasión, testimonio de sus ganas insaciables.Este fue un juego de póker como ningún otro, un romance familiar tabú que los dejó a todos sin aliento.