Mientras mi madrastra salía, no pude resistir las ganas de finalmente poner mis manos en su delicioso coño.Sabía que estaba toda sola y esperando a que hiciera mi movimiento.Me mordisquee en la habitación y la encontré recostada en el sofá, su cuerpo anhelando mi tacto.No perdí tiempo, buceando por un beso apasionado que nos dejó a los dos sin aliento.Su cuerpo se arqueó hacia mí, invitando a mi polla dura como una roca a deslizarse profundamente en ella.El sabor de su dulzura alimentó mi deseo, conduciéndome salvaje mientras yo follaba.Sus gemidos resonaban en la casa vacía, un testimonio del placer carnal que estábamos experimentando.El clímax fue explosivo, mi semen caliente recubriendo sus pliegues húmedos.Mientras me sacaba, no pudiendo evitar sonreír en la mirada satisfecha de su rostro.El sabor a mi esencia en sus labios solo sirvió para aumentar nuestro éxtasis compartido.La habitación se llenó con el dulce aroma de nuestro amor, un testimonio de nuestro deseo insaciable.