Desde que me mudé, he tenido una cosa para mi hermanastra, y hoy fue el día en que finalmente cedí a mis deseos.La encimera de la cocina era el lugar perfecto para nuestro encuentro ilícito, ya que la desnudé lentamente, dejando ver sus curvas deliciosas.Su cuerpo maduro era una vista para contemplar, y no perdí tiempo en explorar cada centímetro de ella.Después de algunos juegos previos apasionados, la tomé de espaldas, penetrándola con un abandono salvaje.El sonido de nuestros cuerpos chocando resonó en la casa vacía, lo que aumentó la intensidad de nuestro encuentro.Cambiamos de posición varias veces, cada una más excitante que la última, hasta que finalmente alcanzamos un clímax que nos dejó a los dos sin aliento.Mientras nos recuperamos, no pudimos evitar reírnos ante lo absurdo de nuestra situación, sabiendo que probablemente esto era solo el comienzo de nuestra relación prohibida.